Medicamentos contra el cáncer

Medicamentos para combatir el cáncer

Aunque se llevan muchos años intentándolo, la experiencia indica que es muy difícil encontrar medicamentos específicos contra el cáncer. El conocimiento del fundamento teórico del cáncer nos da una explicación de esta dificultad: será muy difícil conseguir medicamentos específicos contra el cáncer—por ejemplo una vacuna, o agentes químicos capaces de atacar selectivamente a las células cancerosas—porque, a diferencia de, por ejemplo, las enfermedades contagiosas bacterianas, que también son invasivas y agresivas, las células cancerosas evolucionan independientemente, muy deprisa, haciéndose resistentes a los agentes químicos que les pueden hacer daño, de forma que cuando una persona lo padece lo más probable es que tenga células cancerosas de muchos tipos diferentes.

Quimioterapia

La quimioterapia está basada, sin embargo, en una estrategia diferente: no es un tratamiento específico contra las células cancerosas, sino que  consiste en aplicar medicamentos que impiden el crecimiento celular en general.

      El agente químico típico de la quimioterapia es fluoruracilo (5-fluorouracilo, o abreviadamente 5-FU) y otros derivados similares. El 5-FU interfiere en la replicación del DNA (o ADN) porque compite con la Timina, uno de sus componentes, impidiendo la síntesis del DNA en el crecimiento celular. Por tanto, el 5-FU frena la división de las células que se estén reproduciendo en el momento de aplicarlo sin discriminar si esas células son cancerosas o normales. La quimioterapia también impide el crecimiento de las células normales que se están dividiendo en ese momento para regenerar los tejidos, y así causa la pérdida del cabello, cuyas células son las que se reproducen con mayor frecuencia en el cuerpo. Le siguen los enterocitos del epitelio intestinal, la médula ósea, la epidermis, el hígado, etc.

      La quimioterapia es, pues, una estrategia estadística, basada en que la velocidad de crecimiento de las células malignas es mucho mayor que la de las células normales; y, por tanto, atacará con mayor probabilidad a las células cancerosas. Por otra parte, no todas las células malignas se estarán reproduciendo en el momento de aplicar la quimioterapia, y además, la dosis no puede ser muy alta para aumentar su eficacia ya que podría hacer demasiado daño a los tejidos normales. Así, la quimioterapia debe hacerse periódicamente en varias sesiones para aumentar la probabilidad del efecto buscado.

      Otro problema de la quimioterapia es que el 5-FU también compite—aunque en menor grado—con el Uracilo (un componente del RNA, responsable de la síntesis de proteínas), produciendo efectos secundarios indeseables también en células normales que no se estén dividiendo.

      Sin embargo, a pesar de su agresividad la quimioterapia es un buen procedimiento para combatir el cáncer porque ha demostrado bien su eficacia en muchos casos—aunque desgraciadamente no siempre—y sus efectos secundarios se suelen reparar en su mayor parte después de una temporada tras el tratamiento.

Proteasas

Además del crecimiento rápido, todas las células cancerosas de cualquier tipo tienen una característica común: la secreción de proteasas para destruir las barreras mecánicas formadas por colágeno, que reprimen su expansión.

      Basándose en esta propiedad se intenta otra estrategia contra el cáncer: la administración de inhibidores de proteasas para combatir la principal o única arma química que usan estas células. Este procedimiento se ha usado experimentalmente con ratones pero no se ha llegado a probar en humanos porque tiene dos problemas importantes: el primero es que las proteasas son enzimas necesarias para muchos procesos orgánicos normales: desde la digestión en el estómago y el intestino hasta la destrucción de las proteínas viejas para renovarlas. Así los inhibidores de proteasas podrían impedir la digestión y producir un envejecimiento prematuro del cuerpo. Además, las células NK atacan a las células cancerosas también con proteasas, de manera que la inhibición de las proteasas puede debilitar el sistema inmune.

      El segundo problema de este tratamiento es que aunque al principio parecía prometedor porque daba ciertos resultados, la experiencia ha demostrado que no es muy eficaz porque las células cancerosas se hacen resistentes a estos agentes químicos. Las células cancerosas pueden tener más de 200 proteasas diferentes y se reproducen seleccionando las que más les interesan.

Tratamiento nutricional del Prof. Meléndez-Hevia para combatir el cáncer

Nuestro tratamiento no consiste en atacar a las células cancerosas, lo cual siempre estará dentro del campo de los medicamentos. Nuestro tratamiento nutricional consiste en reforzar el sistema mecánico, que es el obstáculo que tiene el tumor para avanzar, y por tanto el objetivo de ataque de las células cancerosas.

      Como explicamos en otras secciones (ver colágeno y glicina), el metabolismo es deficiente en glicina, que necesita principalmente para producir, renovar y regenerar el colágeno, principal componente del sistema mecánico y por tanto, el principal objetivo de ataque de las células cancerosas. Nosotros hemos demostrado que la glicina promueve la síntesis de colágeno en fibroblastos y condrocitos cultivados en nuestro laboratorio, y también hemos demostrado que su ingesta diaria repara los daños del sistema mecánico (artrosis, osteoporosis, lesiones físicas, etc).

      Al reforzar el sistema mecánico mediante la ingesta de glicina, como complemento nutricional, se obstaculiza el avance del tumor; así, esta dificultad que le ponemos a las células cancerosas es una ventaja que le damos a su enemigo natural que es el sistema inmune. Nuestro método consiste en ampliar indirectamente la superioridad del sistema inmune en su lucha contra el tumor aumentando la defensa natural del organismo contra las células cancerosas.

      Las células cancerosas podrían intentar resistirse también contra esta estrategia, pero lo más que podrían hacer para ello es aumentar la cantidad de proteasas o aumentar su actividad. Sin embargo, esto, como todo, tiene un límite al que por lo general ya han llegado, pues ninguna célula puede aumentar su producción indefinidamente.

      Por otra parte, la administración de glicina no puede beneficiar al tumor porque las células cancerosas no tienen un consumo neto de glicina. En efecto, este aminoácido se emplea principalmente (en un 83%) para fabricar colágeno, y las células cancerosas no fabrican colágeno, porque eso iría contra su propio interés: si lo hiciesen estarían fabricando su propio aislamiento y muerte. Al contrario, toda la estrategia invasiva y agresiva de las células cancerosas consiste en destruir el colágeno de los alrededores. Aparte de esto, las células cancerosas no son deficitarias en glicina pues la producen como producto secundario en la síntesis de su DNA. Por tanto, la administración de glicina tomada como complemento nutricional nunca puede favorecer el progreso del tumor.

      Los resultados que hemos obtenido con personas afectadas de cáncer han demostrado sobradamente el efecto beneficioso de la glicina: reducción del tumor y de las metástasis, reducción muy clara de los marcadores tumorales hasta alcanzar los valores normales en muchos casos, y en general, un aumento del tiempo de vida de varios años sobre el que se había estimado inicialmente al detectar el problema.

      La ingesta de glicina en el tratamiento del cáncer tiene otras dos ventajas adicionales: al promover la síntesis de colágeno permitirá al organismo reparar el daño que van causando las células tumorales, y, como apoyo al tratamiento de quimioterapia (que no interfiere en nuestro tratamiento), ayudará a restaurar sus daños colaterales. En efecto, en nuestro consultorio nutricional hemos comprobado que las personas sometidas a quimioterapia que toman glicina se recuperan mejor y más deprisa de los efectos secundarios de la quimioterapia.

            Nuestro complemento nutricional Klicina, es un preparado a base de glicina que se asimila sin dificultad y que ha demostrado su efecto para reforzar el sistema mecánico administrado en las dosis necesarias en cada caso.

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